Con la misma decisión con la que los israelitas al atravesaron el mar Rojo, los discípulos de Juan Alonso comenzaron la que sería su sexta etapa.
Todos hicimos una promesa interior antes de entrar en Martos, hoy sería un día para disfrutar… Aún se podía ver el cielo iluminado por estrellas cuando los pastores se dirigían al lugar donde haríamos nuestra oración, antes de comenzar a caminar… No podía ser otro que la casa de “Pepe el Chato”, donde en una camita, con su enorme sonrisa nos esperaba su esposa Mercedes, recién salida del hospital, tras superar un difícil trance, recuperándose y con ganas de seguir alabando a su virgen Morenita. Esa misma Morena que nos observaba desde el altar que presidia el salón…
-Entrar todos, estáis en vuestra casa nos repetía Pepe y su hijo José una y otra vez…
Con la oración en una mano y el corazón en la otra rezamos con tanto amor a la Madre de Dios, que de las mejillas de muchos romeros rompieron lágrimas de esas que salen de las entrañas de quién se reconoce hijo de María de Nazaret.
El sonido de las varas contra el suelo despedía a ese rebaño bendito de Martos, ese pueblo humilde, honesto, devoto y hospitalario que nos hizo pasear por el mismo cielo cuando sus banderas tremolaron ante nosotros mientras besábamos su cetro al llegar, y al despedirnos nos regaló una enorme dosis de esperanza reflejada en los ojos de Mercedes…
Camino de unión, de risas, de manos que se aprietan, de confidencias, de compartir preocupaciones, de rezo, de reflexión, de gratitud…
La devoción a la Santísima Virgen de la Cabeza se desbordaba a cada paso como el “maná sobre el pueblo de Israel”…
Jamilena nos recibió con los primeros rayos de sol, y junto a la iglesia de la Natividad fuimos a rezar en ese “primer domingo de adviento”, con la Reina de los romeros entre faroles de ilusión que nos empujaba a seguir en nuestro peregrinar cristiano… Ese que siempre nos lleva a sus brazos…
Bendita sea tu pureza, y eternamente lo sea,
Pues todo un Dios se recrea, en tan grandiosa belleza
A ti, celestial princesa, Virgen sagrada María,
Te ofrezco en este día, alma, vida y corazón,
Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.
Son las cosas de Dios el querer que Nerea caminase hacía Torredonjimeno dejando su huella por donde tantas veces antes la dejó su padre Manuel Jesús Camacho… Que desde ese altar bendito la empujaba a seguir, y le daba esa querencia romera que sólo se transmite por medio del amor.
He de reconocer que si miraba al frente veía romeros enamorados de su belleza soberana, si miraba a mis lados contemplaba peregrinos que por Ella y solo por Ella irían al mismo cielo caminando… Y si miraba detrás de mí veía como era Ella la que nos empujaba a continuar a todos…
Aplausos y ánimos a los que dejan sus huellas por los caminos que a las plantas de la Señora nos llevan recibimos al llegar a Torredonjimeno, donde en la iglesia de Santa María y tras agachar la cabeza ante el sagrario, nos hicimos una vez más comunidad cristiana que necesita acercarse a Dios mediante la oración y allí bajo su santo manto, oramos:
Es Ella quien nos conduce hacia su Hijo, el dulce Señor de Nazaret quien nos promete:
"Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso" (Mt 11, 29).
Hoy los pasos de Juan Alonso nos han traído a Torredonjimeno tierra enamorada
de su semblante gitano, tierra que canta y reza a la Morenita,
queremos dejar una parte de nuestro sentimiento romero,
queremos dejar el polvo de nuestras botas,
que viene bendecido por el rezo del camino,
queremos dejar la ilusión de estos hijos de María de la Cabeza…
Con la misma cercanía de quién recibe a su familia nos abrieron las puertas de la Cofradía de la Virgen de la Cabeza, una vez más Toxiria demostraba que en cuanto a las cosas de la Morenita… Ellos ponían su corazón a cada paso, a cada sentir, y con un cariño digno de mencionar y agradecer. Tras un entrañable desayuno… Los “de Juan Alonso” continuaron su discurrir pues Villardompardo les esperaba.
Nervios, emoción y un nudo en la garganta cuando nos vimos reflejados una vez más en el pueblo de Israel, pues como ellos sentimos que Dios caminaba junto a nosotros a cada paso, incluso me atrevería a decir que el mismo “Dador de Bien” estaba junto a nosotros cuando…
Yolanda Beneito Soria
Comisión Devocional y Evangelizadora
Asociación Mariana y Peregrina "Tras los pasos de Juan Alonso"
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