jueves, 12 de marzo de 2015

El Camino Viejo o de Herradura

RESEÑA SOBRE EL CAMINO VIEJO DE ANDÚJAR O DE HERRADURA 
QUE CONDUCE HASTA EL SANTUARIO DE NTRA SRA DE LA CABEZA 
EN SIERRA MORENA.

No pocas han sido las personas que a lo largo y ancho del tiempo han tenido la necesidad de visitar en su morada serrana a la Reina del cielo, surcando para ello su más que centenario camino el cual parte desde Andújar por la conocida Pontanilla, en el lugar conocido como “Cuadro de la Virgen” adentrándose en el corazón mismo de la Sierra que alberga desde antaño a nuestra singular y querida Rosa de Oro.

Y es que la etapa final de éste camino, la que ahora nos atañe en la lectura, era la última de cuántas hacían las hermandades y cofradías a su llegada a la ciudad de Andújar en la tarde noche del Viernes de Romería, último del mes de Abril, para pernoctar en la ciudad y al día siguiente partir acompañando en la mañana del Sábado a la Cofradía Matriz hasta el Cerro de la Cabeza en singular ROMERÍA.

En la actualidad el camino viejo o de herradura es surcado por multitud de personas, no sólo por peregrinos que por promesa o simple devoción se adentran en la sierra, también el senderismo y la mera práctica deportiva cobran en éste sendero un protagonismo singular al ser de este de gran belleza paisajística además de situarse en un marco verdaderamente incomparable en pleno parque Natural Sierra de Andújar.

El camino viejo o de herradura como es conocido en la actualidad es sinuoso, comenzando en el anteriormente nombrado “Cuadro de la Virgen”, bajando por la antigua Pontanilla en donde a la altura del Bar “El Sordete” hay un nuevo monolito con la imagen de Ntra. Sra. en piedra blanca donado por D. Ramón Pérez Melero y dedicado a nuestros difuntos los cuales se encuentran a pocos metros en el Cementerio en donde se para de forma obligada y se reza por el alma de todos ellos,  comenzando a andar por el margen izquierdo del camino conocido de “San Mancio ó San Amancio”, hasta llegar a su antigua ermita, transitando en los primeros kilómetros por una amplia verea hasta pasar “los Tubos” y llegar a la dehesa de “los Cerrillos”.

Pronto, tras descansar en la planicie anteriormente referida, comenzarán las primeras estribaciones sinuosas y serpenteantes hasta que la ancha senda de repente se convierte en una estrecha verea que da la bienvenida a la primera de las grandes cuestas, la “del Reventón”, y dijo bien el que así la bautizó puesto que el cambio para las personas que no están muy acostumbradas a andar o a practicar deporte es cuánto menos “para no olvidar” aunque con fe y devoción siempre se supera.

Cuando se corona el primer repecho la vista empieza a ser majestuosa, en lontananza se vislumbran muchos pueblos de la campiña de Jaén, la vegetación se adorna con la jara, el tomillo, y lo más diverso de la sierra convirtiéndose en el mejor manto que Nuestra bendita Madre puede lucir para darnos la bienvenida a su celestial casa.

Es hermoso seguir subiendo y tras coronar la cuesta de “la china” por lo empedrado de dicho tramo, se puede decir y con creces que la Virgen misma ha regalado una de las mejores panorámicas que un peregrino puede contemplar en éste camino de fe, labrado sobre la roca pisada tras pisada, siglo tras siglo.

Al poco se llega a “San Ginés”, sus ruinas y la nueva ermita levantada bajo el auspicio de la peña “Peregrinos del Alba” invita a un breve descanso y al sosiego en buena sintonía y hermandad entre todos los peregrinos. Saliendo de dicho paraje de nuevo una verea más ancha, hasta llegar al “Arrollo del Gallo” en donde se suelen bautizar los nuevos romeros que suben por primera vez en Carreta, modalidad ésta implantada en la Romería en la década de los años setenta del pasado siglo XX para girar de nuevo a la derecha y volver a la estrechez de la senda hasta llegar al peregrino “Valentín”, monumento de bronce que esculpiera el escultor Manuel López Pérez y que se bendijera un 14 de Febrero, día de los enamorados, de ahí su particular nombre.

Allá, en ese mágico lugar, se divisa por primera vez el Cerro de la Cabeza con su Santuario coronándolo, paraje de incalculable belleza que invita a una nueva parada y a una oración a la Virgen. Posteriormente comienza una temerosa bajada hasta el valle del Río Jándula, pasando por varios tramos de pista forestal para desembocar en la cuesta del “Madroño” serpenteante y temida por su escurridiza pendiente por todos los que hacen el camino, en donde las articulaciones de las rodillas y la planta de los pies tienden a resentirse levemente tras un lógico cansancio después de tan devoto esfuerzo.

Al final de dicha cuesta “el pilón”, acostumbradamente se bautizan los que hacen el camino por primera vez a manos de un veterano peregrino con unas breves palabras, cariñosas y entrañables unidas a una oración, normalmente un padre nuestro y un ave maría para finalizar con el tradicional y universal VIVA LA VIRGEN DE LA CABEZA.

Al poco se llega al puente del Lugar Nuevo, mandado edificar por la Cofradía de Andújar y el Cabildo Municipal en el lejano siglo XVII para facilitar el paso de las caballerías y hermandades que junto con los peregrinos subían al Cerro en los días de Romería con los consiguientes perjuicios que la falta de dicho puente unido a las acostumbradas crecidas del río ocasionaban a todos los romeros, provocando incluso pues documentado está más de un percance mortal por ahogamiento tanto de personas como de animales.

Tras pasar el puente viejo sobre el Jándula, una nueva parada, para emprender el último tramo, el más costoso pero a la vez emotivo e impresionante por su belleza paisajística. Dicho tramo empieza en las “lastras” y continua serpenteante por “los caracolillos” existiendo tramos en donde se cruza la verea con una antigua calzada romana hasta llegar a un descansillo en el denominado paraje y mirador del “Pino de las tres patas”.

Subiendo un poco más se empiezan a escuchar a lo lejos las campanas del Real Santuario, coronando lo último de éste tramo dificultoso con el denominado “Cerro Marquitos” para llegar a un nuevo y hermoso mirador para divisar todo lo subido, entrando posteriormente en la “Umbría de los Ruiseñores”, sitio ameno y dispuesto sobre un llano, usado de merendero y lugar de ocio por quienes lo transitan. 

Ya prestos y en marcha la pista forestal nuevamente amplía el camino notablemente durante unos kilómetros para terminar entrando al Cerro a la altura de la casa de Cofradías de Marmolejo pudiendo decir con lágrimas en los ojos que ésta ancestral peregrinación toca a su fin pues ya se está en la misma “puerta del cielo”.

“El Carpio, Lopera, Martos, Torredonjimeno, Alcalá la Real”, en frente “Villanueva de la Reina, Valenzuela y Sevilla”, y así, un crisol de casas de hermandad que el peregrino va pasando para llegar a la plaza del poblado del Cerro y al gran arco para y a posteriorí subir por la calzada hasta llegar las mismas puertas del Real Santuario.

Cuando se llega, se suele entrar por el pasillo mariano, el fervor se torna en  silencio y respeto porque quienes llegan se disponen a subir las escaleras que conducen al camarín en donde se encuentra la Señora. Los más entusiastas lloran y la vitorean, los más intimistas la honran con el silencio propio de aquél sobrecogido recogimiento puesto que es  Ella, principio y final del camino….

“Camino, aquel viejo camino,
De emociones y recuerdos,
De alegría y desatino, camino….
Aquél viejo camino”.

Pablo Mondéjar Expóstio
Comisión de Historia
Asociación Mariana y Peregrina "Tras los pasos de Juan Alonso"

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