De la mano de nuestros amigos de la Asociación Jaén Jacobea os traemos hoy un artículo muy interesante sobre algo tan importante para una peregrinación como es la mochila que llevamos. La mayoría de peregrinos recorren entre veinte y treinta kilómetros al día, lo que requiere una cierta preparación física. No estar acostumbrados a caminar, llevar peso sobre la espalda o calzar botas de monte puede convertir la ruta en un suplicio. Además, resultará más sencillo hacer el Camino si emprendemos un trabajo previo de recopilación de información y planificación del recorrido.
Para quienes no suelan realizar ejercicio físico es conveniente acudir al médico para que éste les indique cómo ir preparándose poco a poco. Para cualquier otra persona siempre es conveniente realizar un chequeo médico y, sobre todo, ir al podólogo, que aconsejará sobre el tipo de calzado que conviene llevar y si es necesario utilizar plantillas.
Toda persona deberá también empezar unas semanas antes a caminar unas horas cada día, a ser posible por zonas montañosas o con cuestas, con el mismo calzado y una mochila con el mismo peso que piense llevar. Es conveniente además alargar la duración de las salidas hasta conseguir recorrer los días anteriores al inicio del Camino los kilómetros que nos hayamos marcado como media diaria.
En cuanto al equipaje, varía según la estación en la que se vaya a realizar el recorrido, pero hay elementos imprescindibles. El calzado es esencial: botas de monte (o zapatillas de deporte en verano) para caminar a gusto y calzado cómodo para descansar los pies. Es necesario también llevar un saco de dormir lo más ligero posible y algo impermeable, que nos servirá para cubrir la mochila si llueve (sirve incluso una bolsa de basura).
Se debe llevar la menor ropa posible (las mudas se lavan cada día y se pueden secar colgadas de la mochila), de algodón, holgada y preferiblemente pantalones cortos para caminar. Un chubasquero, un gorro y un bañador son elementos aconsejables sea cual sea la época del año. En invierno lo fundamental es llevar muchos pares de calcetines, porque van a empaparse a menudo. Otros enseres necesarios son una navaja, una linterna, un pequeño botiquín con el que remediar torceduras de tobillo y ampollas, y una cantimplora. Incluir también bastón o bastones ya sean de madera o de metales ligeros, cada uno con los que más cómodo se sienta, pero estos nos ayudan en nuestro caminar.
Además de entrenar el cuerpo, el itinerario y la mochila, no está de más preparar también la mente. Trabajar la respiración, aprender a hacer pequeñas meditaciones y estudiar la historia del camino contribuirán a mejorar nuestro estado anímico e impedir que el agotamiento nos desanime.
TRUCOS PARA HACER LA MOCHILA
* Unos imperdibles sirven para colgar la ropa húmeda de la mochila. Así se seca mientras se camina.
* Un mismo bote de jabón líquido puede usarse para el aseo personal y para lavar la ropa. Se ahorra peso.
* Los ronquidos en los albergues son de espanto; unos tapones de oídos aliviarán la serenata.
* Los objetos más pesados han de ir al fondo de la mochila y pegados al cuerpo.
* Llevar un rollo de papel higiénico; en los refugios se acaba.
* Apuntar en un papel los teléfonos más importantes para no tener que cargar con la agenda.
* Salvo excepciones, las almohadas de los refugios están muy sucias; una funda de almohada no pesa y evita el contacto con ellas.
* Si el segundo par de calzado, necesario para que los pies descansen en los refugios, es de goma, puede utilizarse también en la ducha sin necesidad de cargar con otras zapatillas.
* No añadir nada por si acaso…A lo largo de la ruta se puede comprar todo lo necesario.
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